Si con el tratamiento inicial de la artrosis cervical a base de analgésicos y antiinflamatorios, ejercicios de musculatura, etc., el paciente no obtiene mejoría, el siguiente paso es estudiar una posible intervención quirúrgica. Para ello, se le practicará al paciente una serie de pruebas:
1. Un electromiograma, para estimular los nervios y músculos. Si la prueba resulta positiva, es que hay gravedad porque indica que el nervio se está muriendo.
2. Un TAC, es decir, una exploración con escáner para observar el cuello con la mayor precisión.
3. Una Resonancia Magnética donde se observará si la médula está comprimida.