Los masajes en los pies, gracias a las miles de terminaciones nerviosas que tienen, conectan con el resto del cuerpo.
En primer lugar, sostén la planta del pie con una mano, con los dedos apuntando hacia arriba.
Usa el pulgar o los dedos de la otra mano para presionar lentamente a lo largo de cada canal que queda entre los tendones que conectan la base del tobillo con los dedos.
Trabajando sistemáticamente a lo largo de los dedos, primero estíralos separándolos hacia los lados, luego estira cada dedo hacia delante y luego hacia atrás. Asegúrate de saber hasta donde puedes estirar los dedos de la persona que recibe el masaje, a menudo es mucho más de lo que te puedes imaginar.
Sujetando el pie con una mano, presiona con el pulgar recorriendo toda la planta del pie, trazando pequeños círculos con fricciones firmes.
Es mejor comenzar por el talón y terminar en la carnosidad que se encuentra bajo los dedos.
Uno a la vez, sostén cada dedo en la base entre tu pulgar y el índice y jala con firmeza, retorciendo un poco de lado a lado, conforme deslizas los dedos hacia la punta.