La propiocepción regula la dirección y rango de movimiento, permite reacciones y respuestas automáticas, interviene en el desarrollo del esquema corporal y en la relación de éste con el espacio, sustentando la acción motora planificada como caminar, correr, etc.
Gracias al desarrollo de nuestra capacidad de propiocepción, mejoramos el balance y el equilibrio, reforzamos la zona lumbo-pélvica, fortalecemos nuestra musculatura y corregimos nuestros defectos posturales.
Para trabajar esta capacidad, las rutinas de ejercicios pilates se centran en ejercicios de equilirio y la ayuda de elementos inestables como son el Bosu, el rodillo de espuma o la pelota suiza.
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