Coloca esas piedras en la espalda a lo largo de tu columna vertebral. Asegúrate de que las piedras no están demasiado calientes y quemen tu piel.
Si las piedras calientan demasiado, puedes poner una toalla entre la piel y las piedras.
Mientras una piedra pierde su calor, usa otra piedra recién calentada para reemplazar la fría.
Después de la sesión de masaje, debes limpiar las piedras para evitar bacterias. Para ello, vas a dejar las piedras en agua caliente, unos 40 a 60 grados. A continuación, utiliza jabón desinfectante o una solución para limpiarlas más. Cuídalas y las podrás reutilizar en sucesivos masajes.
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